Ahí el pesimismo de la fracasomanía. La apatía arraigada en los corazones de millones de mexicanos que han decidido sentarse y contemplar el país que se cae a pedazos. Una ilusión de la cual nos hemos negado a salir. Una llama que no queremos volver a encender. Un fuego que ya no alimentamos pues creemos que la oscuridad llegará tarde o temprano. Pero precisamente por esa oscuridad que se avecina debemos encender más antorchas. No podemos caminar a ciegas. Debemos estar conscientes del lugar en que se encuentran los obstáculos para no tropezarnos.
La neutralidad no es una opción ante la actual crisis de corrupción imperante en nuestro país. No podemos seguir engordando a ese monstruo que se lleva nuestro dinero. Porque la corrupción nos cuesta y mucho. Detiene la economía nacional y crea una brecha mayor en dónde se sumergen más mexicanos en la pobreza nacional. Porque hoy los moches y mordidas ya son nuestro pan de cada día. Una costumbre que debemos erradicar. Y es cierto que mucho ayuda el no corromperse a uno mismo. No aceptando. No ofreciendo. Porque para que la corrupción exista se necesitan dos: el que ofrece y el que acepta. El que pone el precio y el que paga.
La actual situación nacional requiere crear una cultura en cada mexicano. Pero el problema es tan inmenso que también requerimos otro tipo de medidas. Necesitamos crear un antídoto contra la corrupción en México. Y es por ello que debemos sumarnos a propuestas como la Iniciativa Ciudadana de Ley 3 de 3. Que es cierto, no eliminará por completo la corrupción. Pero resulta ser un paso gigantesco. Ya implica un gran reto el reunir 120,000 firmas para llevar la iniciativa al Congreso de la Unión. El reto de unirnos y no para apoyar a la Selección Nacional de Fútbol. No para un concierto. Unirnos para combatir un problema que enfrentamos y sigue creciendo, día tras día, moche tras moche, mordida tras mordida.
Y de ahí el imperativo de conocer los 10 tipos de corrupción: soborno, desvío de recursos, abuso de funciones, colusión, conspiración para cometer actos de corrupción, tráfico de influencia, enriquecimiento oculto, obstrucción de la justicia, uso ilegal de información falsa o confidencial y nepotismo. Porque no podemos permitir que los delincuentes de cuello blanco se paseen libremente por este país mientras los inocentes están tras las rejas. Porque no queremos otra "Casa Blanca". Porque no debemos permitir que nuestros impuestos sean gastados en lujos de alcaldes, diputados, senadores, gobernadores o del Presidente de la República.
Solo así podremos dar ese gran paso para que no destinemos más de nuestro dinero a sobornos. Para que en los cargos públicos y de otras dependencias descentralizadas del estado, estén las personas por sus méritos y no por sus contactos. Para que las licitaciones sean dadas a las mejores empresas y no a las del compadre. Para que se castiguen los casos de corrupción y no que estos naden en el mar de la impunidad. Para pasar de ser simples partícipes pasivos de este círculo vicioso a ciudadanos activos que critiquen pero que también propongan. Para pasar de la queja a la acción. Del discurso a los hechos.
Infórmate más sobre esta iniciativa. Conoce los 15 puntos que propone. Lee la iniciativa completa. Canaliza tu hartazgo en una acción concreta para combatir el problema y firma. Busca más firmas con tus amigos, familiares y conocidos. Con todo aquel que esté indignado por esta situación que pasamos. El número de firmas a conseguir parece muy alto, pero eso es solo si no nos involucramos. Cada uno en su escuela, en su casa, en su pueblo, en su colonia, puede hablar sobre esta propuesta y darla a conocer a más personas.
Llevar esta ley al Congreso es enviar un mensaje claro y contundente a los legisladores y toda la clase política, de que estamos hartos de la corrupción. Es mostrar que podemos unirnos para proponer y no solo para criticar. Es evidenciar aquello que resulta incómodo para algunos. Es gritar nuestro coraje y hartazgo pero que esos gritos no solo se queden ahí sino que se hagan ley. Es plasmar nuestro inconformismo con un sistema que alimenta a algunos y empobrece a otros. Es tener voluntad de hacer algo benéfico por nuestro país y no solo el deseo de hacerlo. Es cambiar la apatía por la participación. Es dejar las gradas, saltar a la cancha, estar en este partido que es nuestro y nos corresponde jugar. Y ha llegado el momento de jugarlo.
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