LOS OLVIDADOS

Ahí los pastizales. Los bosques que aun nos quedan. Las llanuras. Las mesetas que enaltecen nuestras poblaciones. Los ríos por los que corren nuestras lágrimas. Los lagos que poco a poco se secan pero que aun reflejan el cielo limpio que se tiñe de un azul majestuoso y de un rojo, simplemente increíble. Los cánticos de las aves que no se comparan a ninguna onda sonora emitida por una canción moderna. El Sol que resplandece al salir del monte y al ocultarse tras este. Ahí la tierra fértil. Ahí las sierras que nos cobijan. Muestra de la gran riqueza que el Creador dio a los pueblos originarios de nuestro país. Una abundancia incomparable.

Pero en esta gran riqueza de flora y fauna habitan las voces que silencian. Habitan aquellos que suelen formar parte de lo estético de nuestra nación. Habitan aquellos cuya tierra han trabajado desde hace siglos pero cuya fertilidad han disfrutado otros. Habitan aquellos que se les recuerda en festivales pero se les olvida en la toma de decisiones. Habitan aquellos que forman el voto duro del partido en el poder como la maquinaria que se ha trabajado desde el siglo pasado. Mientras no se les necesite, permanecen aislados, marginados, olvidados. 

Son aquellos, que viven al margen de la delincuencia para sobrevivir. "Bienvenidos al infierno", diría Sicilia. Donde las fosas comunes son, cada vez, más comunes. Porque así como persiste la pobreza, impera la violencia. Muchos de ellos tienen la opción de emigrar, formar parte de la milicia o integrarse a las filas del narcotráfico. En otros pueblos, existe una cuarta opción: ser maestro. Esta última opción no es considerada en su gran mayoría por aquellos que tengan amor por la educación, sino por quienes toman a esta profesión como un camino para salir de la clase baja.

Son aquellos, los que votan por el partido que tanto daño les ha hecho. En los estados donde hubo elecciones el 5 de Junio, se les recordó a estas personas durante la campaña. Con quinientos, mil pesos. Una despensa. Una playera. Una gorra. Una bolsa. Dependiendo del presupuesto del candidato, del partido y de que tan grande sea la misera de la familia a la que intentan comprar. Porque los líderes de los partidos podrán hacer su análisis después de las elecciones. Pero en ese análisis no están las comunidades indígenas ni ninguna población. Para ellos son solo números. Los estados son entidades ganadas o perdidas. Los partidos se han empeñado en ganar elecciones por encima de resolver los problemas, atender las necesidades o trazar un rumbo para rescatar a los miles y millones que se encuentran en la pobreza. Pero eso no es de importancia para ellos. El partido en el poder no atraviesa un gran momento. Y por ello resulta atractivo pensar en el 2018. Pensar en ganar los comicios del futuro porque nuestro presente es una porquería, un desastre, un problema que no se intenta resolver sino ignorar o maquillar.



Son aquellos, que sobre su espalda traen una gran carga y aun son niños. Aquellos que no asisten con regularidad a la escuela porque tienen que trabajar con sus padres para tener el sustento de mañana. Aquellos que simulan ser militares o sicarios. Aquellos que no pueden soñar porque ese derecho humano les ha sido robado. Son aquellas que saldrán embarazadas durante su adolescencia o juventud y ya no podrán continuar con sus estudios ni anhelar nada porque ahora se han convertido en madres. Son aquellas que siguen viviendo bajo el esquema patriarcal en sus familias. Son aquellos que día tras día tienen que caminar grandes distancias para traer el alimento a casa. Son aquellos que no pasaran tiempo con sus hijos ya que tienen que trabajar todo el día con un salario injusto.

Pero en medio de ellos habita la grandeza. Abunda la fortaleza. Entre ellos hay varios que han salido de su respectivo pueblo para desarrollar sus habilidades. Muchos de ellos jamás volverán. Algunos irán de visita algunos días pero su hogar ya está en otro lado. Aplicarán su conocimiento en proyectos dictados por grandes empresarios o políticos. Fortalecerán a las ciudades y las grandes empresas. Viajarán a otros países. Harán lo que soñaron y lo que algunos no imaginaron. Mientras tanto la realidad de sus pueblos sigue igual. Con ligeros cambios en la estética. Con más casas deshabitadas construidas por los migrantes. Con anuncios partidistas en las colonias más alejadas. Con la misma pobreza que se disfraza por las remesas. Parecerá que se han quedado estancados. Parecería que incluso por sus mismos genios han sido olvidados. 

Son aquellos. Y somos ellos. ¿Cómo olvidar de dónde venimos? ¿Cómo olvidar nuestro pasado antes de que unos blancos llegaran y nos conquistaran con su religión? Porque antes de ello eramos guerreros invencibles. Antes de ello eramos los inconquistables. Antes de ello eramos vencedores. Antes de ello fuimos eternos. Pero quizá aun lo sigamos siendo. Nuestra sangre ya no es pura pero parte de ella lleva esa fortaleza de nuestros ancestros. Tal vez, solo hemos permanecido dormidos durante un largo tiempo. Y ha llegado el momento de despertar. De llegar a ser mejor de lo que fuimos. Mejor de lo que hemos sido. De recuperar nuestra grandeza y demostrar nuestra fuerza. Dejando de ser los olvidados y situarnos en el centro de la toma de decisiones. Con los dones que por el Creador nos fueron dados. Por esta tierra que es nuestra y de nadie más. Por aquellos que ganan menos de un dólar al día. Por nuestros pueblos originarios. Por los pueblos olvidados. Por nuestros hermanos, que son muchos. Porque también ellos tienen derecho a soñar. Porque también ellos tienen derecho a vivir. 

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