¿NO VOTAR?

Parado, contemplando lo que ya anteriormente se había pactado. Siendo partícipe de este sistema de usos y costumbres. Que por cierto, las costumbres no por el hecho de serlas son buenas y los usos tienen todavía un margen de error más grande para el fracaso. A pesar de que ya lo esperaba, no fue fácil aceptarlo. Una abstención tan grande como la falta de conocimiento. Tan grande como la pereza. Tan grande como nuestra responsabilidad que no queremos aceptar. Tan grande como el poder que tenemos pero no asumimos. 

Allí sentados, quizás ya no frente al televisor, quizás ya no en Cherán, pero si cansados, hastiados, molestos, impotentes y apáticos. Impulsados por ese coraje que nos llena todo el cuerpo de dolor emocional y al final es convertido en físico por nuestras mentes. Nuestra confianza depositada en tantos; una y otra vez nos han fallado a quiénes les otorgamos lo que nos ha quedado... lo que nos queda.

En el impulso con el coraje, como murmullo ante la desesperanza y el defraude, surgió un llamado: no votar. El mecanismo como repudio ante todos los partidos políticos. Como medio inmediato de inconformismo y protesta. Ésa forma de expresión combinada con el resentimiento ante el error tras error, el fallo tras fallo, las promesas no cumplidas, las obras no terminadas, el desfalco por parte de aquellos a quienes confiamos nuestro voto.

Fuimos, porque así nos vemos en la mayoría de las ocasiones muchos mexicanos, la víctima. ¿Y qué acaso teníamos las manos atadas? Nos fuimos a la guerra, y sin armas. No fue porque no existieran tales sino porque no las tomamos. Peor aún, no sabíamos que existían. Así podemos culpar al otro. De tal forma, la responsabilidad no recae en nuestra persona. Movemos la pelota de un lado para otro, siempre y cuando no esté en nuestra cancha.

Y ahora la abstención como escudo ante la insatisfacción de haber elegido mal. Porque nosotros elegimos. Porque nosotros decidimos votar o no votar, pero decidimos. Porque nosotros dimos nuestra confianza a ciegas. Alguien se robó nuestra esperanza, y en realidad, nunca supimos quien era. Nos sumergimos en una ola que nos ha llevado de un lado para otro, sin respuestas concretas, porque indagar en el océano es mucho trabajo y nosotros con tan poco tiempo. Con tan poco tiempo para escudriñar a los candidatos. Con tan poco tiempo para ver el perfil y la viabilidad de las propuestas de aquellos a quienes escuchamos y vemos en los anuncios espectaculares. Con tan poco tiempo para decidir sobre nuestro futuro y el de las generaciones siguientes. Con tan poco tiempo para nuestro país.

Hoy, nos negamos a votar. Nos negamos a participar. Nos negamos a escudriñar ¿De qué serviría? ¿Qué cambiaría? ¿Qué beneficios nos traería? Y de inmediato surge la apatía ante el descontento porque las anteriores ocasiones, nos equivocamos. Porque no supimos que hacer cuando nos dieron a elegir sobre el rumbo de éste país. Nos escondemos porque tememos equivocarnos una vez más. Porque para soluciones inteligentes necesitamos propuestas audaces. Pero, ¿dónde encontrar esa audacia? ¿No es más fácil ser apáticos y decir que todos son iguales? ¿No es más fácil dejar cerrada la puerta ante el llamado? ¿No es más fácil contemplar el desastre?

Como diría el poeta Dante Alighieri en la Divina Comedia: los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en épocas de crisis moral. Espero que no sea sujeto a disponibilidad. Que nos demos cuenta que nuestro desinterés es parte del sistema fallido que impera en nuestro país.

Somos todos parte del mismo navío, del mismo buque. Necesitamos un timonel para que conduzca. Se vienen tormentas y muy fuertes. No es que ésa persona nos va a rescatar. Nos es que esa persona se eche a los hombros al país. Pero si debemos elegir un líder que organice, que conduzca, que guíe. Para que todos juntos logremos el cambio.

Entonces, ¿qué hacer este 7 de Junio? Las siguientes son mis recomendaciones:
       
        1. Quítate esa apatía si la tienes. Abre tu mente. Puedes vivir lamentando. O puedes, en verdad, vivir. No todos son iguales, algunos son peores. Si no estás convencido echa un vistazo al pasado. La historia nos lo ha demostrado. 
        
        2. Infórmate. Lee las noticias y no te quedes con una versión. Lee la constitución para que puedas conocer tus derechos y ejercerlos. Mis recomendaciones de algunos medios de información son: Proceso, La Jornada, Aristegui Noticias, CNN México. Periodistas en específico: Brozo, Jacobo Zabludovsky, Lorenzo Meyer, Carmen Aristegui, Denise Dresser, Jorge Ramos, solo por mencionar algunos.
        
        3. Crea debates. Empieza por casa. Discutan con la familia los problemas de su municipio, de su distrito, de su estado. Después con tus vecinos, tus amigos, tus compañeros de escuela, tus maestros, tus compañeros de trabajo. La conciencia despertará, no será fácil. Pero necesita empezar.
        
        4. Acepta todo lo que te regalen los partidos: despensas, mochilas, útiles, bultos de cemento. Todo ello es dinero tuyo. Cuando te pregunten si cuentan con tu voto diles que sí. Recuerda que el voto es secreto.
        
        5. Escudriña a los candidatos. Conoce cuales son los candidatos de cada uno de los partidos y también a los independientes. A todos. ¿Por cuál votar? Comienza por eliminar a aquellos que te regalan una despensa, una mochila, quienes te ofrecen dinero, entre otras cosas. El futuro no se vende. Si ya estuvo anteriormente en un cargo observa que hizo, que cumplió y que no. Hoy con el internet tenemos acceso a una plataforma muy grande de información. Busca y encontrarás.

        6. Vota. Con las herramientas anteriores que te he presentado y que tú tienes, tendrás mucha información para que elijas al mejor. Porque al final de eso se trata.

        7. Da seguimiento a los elegidos. La situación no acaba con el voto. Da seguimiento a los servidores públicos. Siempre ten a la mano las propuestas de los candidatos electos para que puedas exigir que lo cumplan. Organízate con los demás para exigir lo que no han cumplido. Con tus vecinos. Unos cuantos pueden mover más conciencias. Pero repito, tenemos que empezar.

No dejes que se te vaya entre las manos el futuro de tu país y el de los demás. Juntos estamos en el mismo barco. Comienza a hundirse. Tenemos la obligación de detener el hundimiento. Comencemos por sacar el agua que ha penetrado nuestro buque. Observa que la mayoría quiere un mejor país, pero hemos sido pasivos ante los problemas que enfrentamos. Cambiemos nuestra neutralidad. Seamos ciudadanos activos de nuestra patria. Porque al final no importa dónde estés, si este barco se hunde, nos hundiremos todos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario