PATRIOTISMO MALENTENDIDO


Cuan tardía fuera una revolución proclamada desde Ayotzinapa. Cuan cambiante hubiera sido un proyecto de nación, temido según AMLO. Cuan desastrosa hubiera sido una dictadura proliferada y continua no por un partido sino por un hombre con la firmeza y el carácter necesario para instaurar un orden faltante desde arriba de la pirámide. Cuan estrecha hubiera sido la separación de clases con un entorno económico estable dónde la lucha fuera repartir y edificar, más no tomar lo que se pueda y destruir.

Podemos regresar unas décadas atrás, quizás un siglo. No, no me refiero a la revolución sino a los acontecimientos que surgirían posteriormente, anclados a una lucha malintencionada desde muy el fondo pero muy bien maquillada. 

Las historias de heroísmo comenzaron a surgir como medio de compensación a aquellos hombres fallecidos por lo que nunca pudieron tener, ni ellos ni sus descendientes. Fue tan bien hecha la historia pos-revolucionaria que los creadores de esos actos de heroísmo, que no fueron precisamente los hoy vanagloriados héroes nacionales, fueron llevados inmediatamente después de su éxito a las más grandes empresas americanas como Disney Pictures. Pero hoy, ahí continúan esos estragos heroicos como medio de educación patriótica para los niños y jóvenes de nuestro México.

Porque es agradable leer y ver esas historias de guerra en la cuales nuestro país era la víctima y salía triunfante. Era patriótico cantar el himno nacional, saludar la bandera, desfilar y asistir a cada acto cívico aunque no se supiera la causa de tal celebración solemne. Declamar y decir el discurso oficial seguidos por los aplausos sublevados y cotidianos tal y como los creadores de la educación prusiana lo hubieran querido.

Porque ganamos... el orgullo y la identidad del mexicanismo que vanagloria su pasado y lo cita en cada ocasión de defensa ante los problemas del presente. Sin entender el contexto histórico que nos envuelve en ésta nueva era. 

Como diría Denise Dresser, se nos enseñó todo sobre los héroes que nos dieron patria, pero nunca como ser ciudadanos activos en ésa patria. Con la mano en el pecho y rindiéndole honores a nuestro lábaro patrio. Fundamento que fuera acto de enojo y escepticismo si se hiciera lo mismo a diferentes banderas, esculturas o rituales. Pero esto no es religioso, esto es patriótico. Vale más salir a marchar y tomar las calles exigiendo... bueno, cada uno exige algo diferente pero la esencia es la misma. No porque uno grite con una ideología distinta a la tuya. No porque hayas ido a una normal a educarte para educar y te encuentres que un sistema que va en contra de la enseñanza misma vas a dejar de apoyar a tus compañeros. Eso sería, ¿anti-patriótico? 

El problema de sentirnos orgullosos de nuestra nación y cómo combatir los problemas que nos aquejan no viene de este siglo, de ésta década. Hemos ido arrastrando el mismo presagio desde ya un siglo. Con la misma decadencia, con la misma ignorancia, con las mismas historias, con los mismos mitos, sintiéndonos las víctimas, atándonos a nuestro pasado y malentendiendo el patriotismo que nos hace ser ciudadanos pasivos, habladores, cínicos e hipócritas.

Porque podemos hacer más que sentir los colores de nuestra identidad y luchar por la esencia de éstos. Pero inteligentemente. Porque podemos develar nuestro orgullo haciendo algo más que solo decir que queremos a nuestra patria y hacer que verdaderamente transforme a ésta. Porque debemos de terminar con éste patriotismo malentendido y empezar por entender los problemas del presente con nuestro actual contexto histórico apoyándonos de nuestro pasado sin querer hacer lo mismo en tiempos distintos. Y sobre todo siempre viendo hacia un futuro que nos lleva a la prosperidad y la armonía, no será perfecto, porque lo imposible... tan sólo tarda un poco más.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario