La noche de Iguala nos confirmó que el PRI sigue con sus viejas costumbres. Esas de matar a todo oponente. Esas de ocultar toda prueba que lo delaten. Esas de despedir a todo aquél que intente descubrir la verdad. Nos ha dejado muy en claro, en estos diecinueve meses, que no están para proteger a aquellos que necesitan protección sino a sus amigos, compadres, cuates. Y en estos puede haber empresarios, políticos, delincuentes, policías o militares. ¿Y cómo poder acabar con ello sin una fiscalía independiente? ¿Y cómo poder acabar con ello si los miembros de la PGR están al servicio de quien los ubicó ahí? Porque quienes gobiernan intentan esconderse, cada uno en su propio refugio, mientras se construye el montaje que de pie a una "verdad histórica" y puedan desvincularse, exonerarse, probar su inocencia.
El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) hizo lo que el Gobierno no pudo ni quiso hacer. Puso en evidencia científica la mentira histórica. Nos hizo ver lo que la clase política querían que no viéramos. Una y otra vez nos mostraron como nuestros gobernantes nos mintieron sobre el paradero de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Destaparon los agujeros existentes en el sistema judicial mexicano. Realizaron una investigación con todas las trabas que les pudieron poner. Y ahí están los diarios extranjeros que en esta semana le dedicaron sus primeras planas a México. En el artículo "México huye de la verdad", el Comité Editorial de The New York Times, señala: El gobierno mexicano no tiene la voluntad política de reformar las instituciones judiciales. Tampoco la crueldad con la que trata a sus ciudadanos.
Y no sólo son los medios de comunicación sino también los organismos internacionales como la ONU, quiénes cuestionan el trato que se le dio por parte de la autoridad al GIEI. El esclarecimiento que no llegó. La duda que se sembró. La peregrinación que en busca de los 43 encontró a miles más. La impunidad como nuestro pan de cada día. La alteración de pruebas por parte de quienes deberían de cuidarlas. La falsedad por parte de quien debería de empeñarse en descubrir la verdad. Este sistema carcomido y puesto a disposición con todos los recursos necesarios para crear lo que la gente tenga que creer a fin de no afectar los intereses de la clase política mexicana.
El cielo mexicano ya no llora. Ya no está triste. Ya esa etapa pasó. Ahora esta comprende el hartazgo, el coraje, la impotencia. Ya no quedan lágrimas después de llorar tanto. Ahora son los gritos, son las voces, es el reclamo, son las exigencias hacia nuestros empleados: los gobernantes. Duele la herida pero seguimos firmes. Duelen los 43 pero estamos de pie. Duele la llaga hecha por quienes deberían de protegernos. Duelen más las balas cuando son de tus propios soldados, de tu propio ejército. Duelen más las mentiras cuando provienen de adentro, de nuestros integrantes, de nuestros paisanos, de nuestra familia. Y nuestra familia es muy grande. Más de 100 millones de mexicanos a quiénes menos de un millón dominan.
Después de este 30 de Abril el GIEI ya se habrá ido. Ahora nos quedamos nosotros, solos. Ya sin expertos independientes que nos ayuden. Pero así habrá que seguir. Retroceder o simplemente ignorar no puede estar como opción. Porque la verdad tiene que salir a la luz. Porque como mexicanos merecemos saber, en realidad, qué pasó la noche del 26 de septiembre del 2014. Porque no merecemos que en nosotros se siembre la duda histórica. No merecemos que se burlen de nuestra inteligencia. No merecemos que nos traigan de un lado a otro mientras en el cambio de espacio van borrando las huellas. No Señor Presidente, no lo vamos a superar. Porque es nuestro deber luchar hasta el final. Porque es su deber, Señor Peña Nieto, mirar en todo momento por el bien y prosperidad de la unión, como lo dijo en el juramento al rendir protesta como Presidente de la República. Que bueno fuese si aquellas palabras pronunciadas el 1 de Diciembre del 2012 las cumpliera al pie de la letra. Porque no fueron plasmadas en la Constitución como mera retórica sino para su cumplimiento.
Y al GIEI, no nos queda más que decirles: GRACIAS. Gracias a Dios por su vida. Gracias por su ardua labor de peritaje e investigación. Gracias por su excelente trabajo aun con todos los obstáculos. Gracias, porque da gusto saber que aun en este mundo y con todo en contra, hay personas que hacen todo lo posible por descubrir la verdad. Aun cuando esto afecte a funcionarios en las altas esferas de la política. Gracias por descubrir ese quinto autobús, clave en la investigación, y que la PGR quiso borrar del mapa. Gracias por cumplir con la tarea que se les encomendó. Gracias por dejarnos y explicarnos su último informe. Porque no se van... los corren, lamentablemente. Ahora les toca, desde afuera, dar a conocer lo que en México está sucediendo. Porque lo que se habla en el extranjero si le duele al gobierno mexicano. Nosotros aquí seguiremos. Exigiendo. Proponiendo. Contribuyendo. Pidiendo fuerzas al Creador. Por los 43. Por Ayotzinapa. Por los miles de desaparecidos. Por los cientos de periodistas asesinados. Por los miles de asesinados. Por México.
Y no sólo son los medios de comunicación sino también los organismos internacionales como la ONU, quiénes cuestionan el trato que se le dio por parte de la autoridad al GIEI. El esclarecimiento que no llegó. La duda que se sembró. La peregrinación que en busca de los 43 encontró a miles más. La impunidad como nuestro pan de cada día. La alteración de pruebas por parte de quienes deberían de cuidarlas. La falsedad por parte de quien debería de empeñarse en descubrir la verdad. Este sistema carcomido y puesto a disposición con todos los recursos necesarios para crear lo que la gente tenga que creer a fin de no afectar los intereses de la clase política mexicana.
El cielo mexicano ya no llora. Ya no está triste. Ya esa etapa pasó. Ahora esta comprende el hartazgo, el coraje, la impotencia. Ya no quedan lágrimas después de llorar tanto. Ahora son los gritos, son las voces, es el reclamo, son las exigencias hacia nuestros empleados: los gobernantes. Duele la herida pero seguimos firmes. Duelen los 43 pero estamos de pie. Duele la llaga hecha por quienes deberían de protegernos. Duelen más las balas cuando son de tus propios soldados, de tu propio ejército. Duelen más las mentiras cuando provienen de adentro, de nuestros integrantes, de nuestros paisanos, de nuestra familia. Y nuestra familia es muy grande. Más de 100 millones de mexicanos a quiénes menos de un millón dominan.
Después de este 30 de Abril el GIEI ya se habrá ido. Ahora nos quedamos nosotros, solos. Ya sin expertos independientes que nos ayuden. Pero así habrá que seguir. Retroceder o simplemente ignorar no puede estar como opción. Porque la verdad tiene que salir a la luz. Porque como mexicanos merecemos saber, en realidad, qué pasó la noche del 26 de septiembre del 2014. Porque no merecemos que en nosotros se siembre la duda histórica. No merecemos que se burlen de nuestra inteligencia. No merecemos que nos traigan de un lado a otro mientras en el cambio de espacio van borrando las huellas. No Señor Presidente, no lo vamos a superar. Porque es nuestro deber luchar hasta el final. Porque es su deber, Señor Peña Nieto, mirar en todo momento por el bien y prosperidad de la unión, como lo dijo en el juramento al rendir protesta como Presidente de la República. Que bueno fuese si aquellas palabras pronunciadas el 1 de Diciembre del 2012 las cumpliera al pie de la letra. Porque no fueron plasmadas en la Constitución como mera retórica sino para su cumplimiento.
Y al GIEI, no nos queda más que decirles: GRACIAS. Gracias a Dios por su vida. Gracias por su ardua labor de peritaje e investigación. Gracias por su excelente trabajo aun con todos los obstáculos. Gracias, porque da gusto saber que aun en este mundo y con todo en contra, hay personas que hacen todo lo posible por descubrir la verdad. Aun cuando esto afecte a funcionarios en las altas esferas de la política. Gracias por descubrir ese quinto autobús, clave en la investigación, y que la PGR quiso borrar del mapa. Gracias por cumplir con la tarea que se les encomendó. Gracias por dejarnos y explicarnos su último informe. Porque no se van... los corren, lamentablemente. Ahora les toca, desde afuera, dar a conocer lo que en México está sucediendo. Porque lo que se habla en el extranjero si le duele al gobierno mexicano. Nosotros aquí seguiremos. Exigiendo. Proponiendo. Contribuyendo. Pidiendo fuerzas al Creador. Por los 43. Por Ayotzinapa. Por los miles de desaparecidos. Por los cientos de periodistas asesinados. Por los miles de asesinados. Por México.
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